Sant Lluís es un pueblecito menorquín fundado por los franceses en honor al rey de francia Luis XV, durante su breve dominación (1756-1763) en la Garriga de Binifadet.
El inicio de las obras de la iglesia en 1761 puso fin a la disputa de los propietarios rurales con la administración francesa.
A su lado se construyeron viviendas, satisfaciendo las peticiones de los habitantes de la zona, siguiendo el trazado rectilíneo al estilo francés.
Este estilo son calles rectas cortadas por otras perpendiculares, incluyendo nombres a las calles, que aún se conservan como recuerdo de la fundación francesa del pueblo.
Los franceses no pudieron ver concluido su obra, ya que en 1763 tuvieron que devolver la isla a los británicos, en virtud del tratado de París.
El casco antiguo de Sant Lluís se caracteriza por sus calles rectas, con casas blancas y bajitas, algunas de ellas verdaderas joyas, la iglesia con su campanario de 31,5 metros de altura, el más alto de Menorca, también nos encontraremos un par de pozos y, sobretodo, por sus tres molinos situados en el mismo casco antiguo.
El Molí de Dalt es el que nos da la bienvenida ya que está situado en la entrada del pueblo.
Este molino de viento harinero es el más antiguo de Sant Lluís y fue construido en 1762 por los franceses. Estuvo en funcionamiento hasta que en 1949 un fuerte viento de Tramontana lo hizo caer, siendo reconstruido en 1987.
El Molí d´Enmig fue construido en 1776, siendo también un molino de viento harinero hasta 1933, cuando fue transformado en un molino de fuego.
En 1780 se construyó el último molino, llamado Molí de Baix.
También sufrió las clemencias del clima menorquín, ya que en 1951 un cap de fibló (tromba de agua) le arrebató las aspas. Tras transformarlo en molino de fuego, estuvo en funcionamiento hasta la década de los setenta.
Fuente: Ajuntament de Sant Lluís